miércoles, abril 13, 2011

Inclinación Vertiginosa






Inclinación vertiginosa
Regocíjensen ¡oh jóvenes! En su juventud…
Eclesiastés

Te preguntas ¿porqué mi alma se siente proclivemente inclinada a los sabores que deja el malévolo placer? ¿Porque siento que hago una acción en los terrenos del mal y algo dentro de mi siente culpa o arrepentimiento? El yo sondea los terrenos de la moral, el egoísmo es una reputación innecesaria; como la voluntad es un ser absoluto que no importa donde vaya, que sentido lleve. El viento no tiene dirección sino direcciones. Es el pensamiento que desborda ideas en la historia. Es la acción humana la que trasforma el contexto. Es la costumbre y la imaginación de los hombres la que inventa las religiones. Pero de todo el mal regado en el mundo, no es la humanidad la que ha fracasado, sino los individuos. La humanidad se destruirá a si misma cuando se de cuenta, realmente, la miseria que ha edificado. Querías que diera una explicación de la razón del suceso, sin embargo, intento no herir susceptibilidades ajenas a nosotros; porque nosotros somos una categoría. Lo sé; una amalgama para mi muela. Ya rompiste, con tu hermano, acuerdos morales, ahora te considera una puta. Pero, para ti y para mi, las putas son baldíos desolados donde crecen a la fuerza flores hermosas. Un día te levantaste, y te diste cuenta de la ironía del mundo, enseguida pensaste en Buda, sobre la enfermedad, el dolor, la vejez y la muerte.
Al mismo tiempo que escuchabas los Nibelungos de un artista alemán, y las suplicas de tu madre que no surgían ningún efecto en ti; te habías convertido en arma pulsante y firme. Hallabas satisfacción en aquellos videos que protagonizabas con gente extraña e igual de desatinados que tu. Llamaste al cielo, cielo.., a la tierra, tierra.., y al infierno, en una concepción costumbrista, un paraíso donde los sátiros se revuelcan con las barraganas en retumbos de tambor que marcan el exceso de aquellas bacanales orgiásticas. La meta, el olvido de sí. El fin, el placer sobre todas las cosas. El medio, no lo existe. Tu pesimismo excede los límites ordinarios. No hay asunto más miserable que cuestionar aspectos de educación. Está lo que no queremos, podemos decidir, detener absurdos y contemplar la vida.
Hallaras claridad después del conflicto, en la ruptura rotunda nacerás. Sin embargo, es muy optimista para pensarse, algún aire romántico parece. No es más que el comienzo de una batalla real consigo y lo otro. Mal y bien quedan mal parados, porque no hay mal que no se construya ni bien que por sí, solo venga. Solo es el comienzo de lo nuevo, como toda historia mantiene un drama, el drama de esta vida se llama tragedia. Los paraísos perdidos ya no existen, aquí solo hay selva con lluvias todo el año. Ahora te pido, muy cortes mente, devuélveme mis poemas robados, mis videos pecaminosos y mi maquinita para escuchar música.

miércoles, marzo 16, 2011

el amor es un ideal






El amor es un ideal


Lo más maravilloso del mundo eres tú y lo más placentero de estar contigo es volar…] Cuando por primera vez extendí mi mano a los racimos del amor, no comprendía su finalidad, tiempo después, al leer un cuento con el título de la canción de peronelle, me vi reflejado en una circunstancia bastante aparatosa. . Sucedía que el amor partía de lo ideal, que difícil comprensión después de pensar que el amor podría estar en algún lugar del cosmos o regado en nosotros como un halito de polvo de estrellas. Pensaba en Platón y la otra mitad, o Sócrates al que fue entregado el amor divino por una sacerdotisa de nombre Diotima. Después de mucho pensar en el efecto que provoca en nosotros y, por otro lado, dejar su genealogía atrás, me vi enfrascado en otra versión acerca de su comprensión y entendimiento: “el amor es un fin y no un medio”. Aplicado a otras circunstancias, dentro del contexto, las personas a las que amamos, forman ese todo heterogéneo. La necesidad de verlo reflejado como una regla general nos hace cometer bastantes errores. Me encontré en un autor de apellido Fromm, que el amor era una construcción como quien se dedica a la edificación de una casa o de un cuento, o algo semejante a esto. ¿Pero como era eso posible? sencillamente había llegado a un punto en el que el cuerpo y el sentimiento se conjugaban para cobrar sentido. Aunque Kant habla de instintos a posteriori, creo, sin embargo, que hubiera situado al amor en un juicio sintético a priori, vaya que suena incomprensible, pero Kant lo era en su medida de lo que intentaba probar. Tal vez el sentimiento del amor, siguiendo a Kant, este dentro de la estética, y por lo tanto, dentro del mundo que el sujeto percibe sin necesidad de recurrir a criterios humanos. Pero aun así, el amor en este momento, está bien situado en lo ideal. Entonces es verdad, el amor es un ideal. Me encontré con una frase sustancial: “somos carne
y todo está representado en una voluntad en el espacio y en el tiempo”. Si, se trata de Schopenhauer. Entonces el amor estaría situado en la voluntad y en el cuerpo, con esto dejaría de tener ese carácter de idealista, concluiría nuestro apetito con solo esta aseveración: “el amor es voluntad del cuerpo”. Pero ahora alado bajo las imágenes de Arreola, me veo sometido a pensar que, efectivamente, se trata de un convencimiento más que de un sentimiento corporal. Si el cuerpo desprende las toxinas necesarias para su funcionamiento, entonces quiere decir que solo se trata de toxinas y no de amor verdadero, pero la parte romántica, y en esto se debe ser claro, es un ideal por el que se han sometido muchos poetas a su fuerza de convencimiento.

fotografias de Marc Chagall y Alex Grey

domingo, febrero 06, 2011

La mesa de rebajas

Encontré un librito terrible en la librería de viejo. Estaba en medio de las ofertas, junto con todo el desecho que se tira en las mudanzas; era muy fácil que esas mesas se llenen de basura. Resulta que era poeta que yo conocía, uno muy malo, así que no me tomó mucho pensar en la persona aturdida por la maldad de este autor sufrido que de casualidad yo conocía. Imaginé a la persona que desechaba ese volumen completamente alegre porque ese libro se fuera de su casa, uno más entre un montón de papeles olvidados y mohosos, o por lo menos apolillados, o ya de perdida rotos de algún lado. Yo conocía a ese autor, metido en sus pantuflas y encerrado en su casa, escribiendo libros de la historia del fútbol que nadie leería.

El libro que había encontrado era la peor clase de poesía depresiva que alguien podría haber escrito, una sarta de lamentaciones pusilánimes gritadas en medio de una tormenta de mierda; como si en algún momento un pianista desempleado se hubiera metido de traga vidrios para que alguna enfermera se apiadara de él para y vivera cambiándole los vendajes para siempre.

Una verdadera vergüenza, un manual de cómo ser un lastre, quejas inagotables sobre el frío y el calor,  lo seco y lo húmedo, la poesía más individualista y ultrajantemente solitaria que había visto en mi vida, una enorme justificación para deslindarnos de la responsabilidad de cuidar de los demás sin remordimiento. Un verdadeo horror. Yo conocía este libro aquí frente a mí mucho antes de haberlo visto como una rebaja.

Pensé en comprarlo y visitar al autor, decirle que lo había arrancado al librero negándose a vender semejante pieza de arte contemporáneo. Pensé en mentirle al autor y a mí mismo para sentirme mejor respecto a mí. Mentir a un autor olvidado, viejo, que cada vez olía más a muerto, a un individualista. También pensé en herirlo, arrojarle a la ventanael libro envuelto en carne. Me quedé con la segunda idea después de haber leído un párrafo:

de tu vulva tuviera
el jugo gris lunar
en este valle sin sangre
escondido en mí
oloroso

Recordé la calle del autor, aunque era poco reconocible debajo de todos los graffitis. Supongo que estaba feliz de encontrarse en condiciones tan inmundas. Jamás había sabido si le importaba la pobreza extrema en la que tenía a su hermana paralítica o si tenía remordimientos de que a veces las ratas se robaban las frutas. Escuché que una vez las ratas se habían tragado a los canarios que dejaban cantar en el patio. Alberto era el ser más asqueroso que había conocido, en todos los sentidos. Lo conocí cuando daba clases en la Universidad. La clase más arbitraria que pude presenciar. Todo era exagerado con este personaje. Había orinado a una alumna en algún encuentro amoroso, la pobre completamente asustada por el líquido caliente que imaginaba podía ser sangre. Todo lo supe porque ella me lo contó. Nadie más debía saber. Yo le dije que todo eso era normal, para un tipo como Alberto. Llevaba una anforita a clase, bebía con mucha elegancia, tanto que nadie se atrevía a contrariarlo. Por lo demás era muy bueno contando historias, a veces falsas por su puesto, pero llenas de lucidez y pasajes humorísticos. Era fácil para él conseguir muchachas lúbricas y jóvenes: era un sátiro.

Miré su ventana y saqué el libro. Por su puesto que no había comprado bisteces, era muy caro y no pensaba gastar por el arte. El arte debía ser tan sucio como un parto. Entre heces y orina nacimos. Tiré el libro al pequeño boquete que hacía de maseta para un árbol de la calle y lo embarré bien. Yo estaba seguro de que sería bien recibido el gesto, algo semejante a mentarle la madre a un jugador que admiras: "Pinche chingón, muy acá, ¿no?", o algo más duro. Lo pensé un momento. Si tiraba muy fuerte, podría romper la ventana, pero si tiraba muy débil no llegaría más que al patio. La barda de la entrada tenía vidrios de colores para que nadie saltara. Di un paso para atrás y lancé. Le di justo a la ventana, lo supe por el sonido del vidrio simbrándose. Después no supe qué esperar. Tenía la idea de que sería como en la tele, alguien me reclamaría inmediatamente, como si estuviéran esperando detrás de la puerta. Pero no pasaba nada.

Tal vez no había nadie. Miré la propaganda clavada de mala gana en el buzón. Aquí no se había parado nadie en al menos 3 meses.

Pensé que podría estar muerto. Eso era fácil de averiguar. Alguien debió haber escrito alguna esquela en internet. Google lo sabría. Pude haber preguntado al vecino si no había visto más a la pareja de hermanos, pero era demasiado trabajo para dedicarlo a un mal poeta.

martes, enero 11, 2011

No somos nada

Gabriela estaba muy entusiasmada con su nueva vida, nueva después de que Stephen Hawkins diera a la especie humana cien años para ser exterminada. Serán las armas de destrucción masiva y la energía nuclear, los fundamentalismos, que según Gaby, también eran provincialismos. Estaba contenta cuando hizo la cuenta de su vida: a los 21 años aún podría ser stripper, o una atleta, o aprendería a disparar un arma, después de todo sus amigos insistían en que debíamos iniciar una resistencia, y la violencia estos días no se veía nada mal en la tele, o los periódicos, los libros. Tal vez sus hijos verían el fin del tiempo, así que será mejor no engendrar más. Cien años. Pudo haber dicho doscientos o mil, pero eso hubiera bastado para que las cosas siguieran como estaban y nos entregáramos a más días iguales. Iguales para una hija de mamá. En cambio ahora todo sería diferente, tenía la sensación de que no había más tiempo que perder, la especie desaparecería como todas las demás, como se supone que deben desaparecer todas las formas de vida. Ahora podría tomar el control de sus actos porque ya sólo quedan cien años.

Ojalá todos hubieran escuchado. Ojalá todos escucharan al paralítico en silla de ruedas. Ojalá las profecías fueran realidad.