domingo, mayo 31, 2009

trasmutación

caña perseguida nube,
de duras lágrimas hecha,
verde y afilada flecha
que hacía el sol se espina y sube:
ayer llorándote estuve
una dolida canción;
pero hoy ya tu corazón
su libre sangre levanta
y ardiendo en tu pecho canta
cantos de revolución.

Domingo

¡Qué triste es la vida
de aquel que no ve!
No ve la guitarra,
no ve la mujer,

ni el gorrión que huye
cuando va a llover,
ni la lagartija
sobre la pared.

lunes, mayo 25, 2009

Amor por largo rato

Ibn Hazn
(994-1063)
Arabia

Yo no paro de maravillarme de todo aquel que pretende haberse enamorado por una sola mirada, ni atino a darle crédito, ni tengo su amor sino como una especie de apetito carnal. No puedo concebir, que tal amor llegue a lo más secreto del alma ni penetre las entretelas del corazón. Jamás amor alguno prendió en mis entrañas, sino tras de mucho tiempo, luego de haber convivido largamente con una persona y de haber compartido con ella juegos y verdades. Y otro tanto me ocurre con el olvido y el deseo: jamás he podido olvidar ningún afecto, y la nostalgia que siento por cualquier antiguo pacto de amor me ahoga cuando bebo y me atraganta cuando como. ¡Bien tranquilos están los que no son así!

Yo no me hastiado de nada después de haberle conocido, como nunca me he dado prisa en aficionarme a nada por un primer encuentro; ni he deseado, desde que nací, cambiar ninguna de mis cosas, no sólo tratándose de amigos y compañeros, sino incluso de cuantos utensilios usa un hombre, como vestidos, perfumes, comidas y demás. Ningún provecho he sacado de la vida ni –desde que saboreé el amargo manjar de la separación de mis amigos-, me han abandonado el pesar y el abatimiento. Vuelve a mí sin tregua la tristeza, y la agitación del dolor no cesa de llamar a mi puerta.

El recuerdo del pasado me conturba cuando quiero empezar un nuevo período de mi vida. Soy entre los vivos un hombre asesinado por los sinsabores, y estoy entre los mortales como sepultado por la desgracia. ¡Pero alabado sea dios de todos modos!

Sobre este asunto he dicho en un poema:

El verdadero amor no nace en una hora,
Ni da fuego su pedernal siempre que quieres,
Sino que nace y se propaga despacio,
Tras larga compenetración, que lo afianza;
Entonces no pueden acercarse a él abandonos ni menguas,
Ni pueden alejarse de él firmezas y aumentos.
Confirma esto el que vemos que todo
Lo que se forma en presto también perece en breve.
Yo soy una tierra dura y pedregosa,
Reacia e insumisa a toda vegetación;
Pero si algunas plantas afincan sus raíces,
No han de cuidarse de que abunden las lluvias de primavera.

El amor es una afinidad entre las almas. Sabemos todos que el alma está, en este mundo inferior, tapada por velos físicos, envuelta en accidentes, y ceñida por inclinaciones terrenales y mundanas, que encubren buena parte de sus cualidades y que, aun cuando no alteren su esencia, se interponen, a lo menos, entre ellas y las demás almas. La unión verdadera no puede, por tanto, conseguirse sino luego que el alma está presta y dispuesta para ella, y una vez que ha llegado al conocimiento de aquello que se le asemeja y con ella coincide. Después de haber rescatado sus propias cualidades naturales, entonces saber las del amado que se le parecen. Sólo entonces se producirá la unión verdadera con el amado, sin impedimento alguno.