Nos creíamos parte de una generación maldita, proclamábamos el vacío riéndonos de él. Me hacía llamar &&&&& y cada uno tenía su nombre, una identidad que reclama autenticidad.
Las bacanales trascendieron: un buen amigo con quien gritar, blasfemar, cantar y destruirte, dejándonos de sentir solos.
Después solo destrucción, la compañía sólo fue un pretexto. Mientras hubiera mota y chelas estaba bien, claro también extrañábamos la ausencia de los faltantes pero mientras hubiera chela y mota todo estaba bien.
Posteriormente ácido y para sentirnos parte de lo mismo: los mismos de siempre, la misma música, el mismo sentir -a estas alturas- putrefacto, el mismo itinerario en cualquier lugar, ahora ya no sólo era el vacío sino el aburrimiento.
Después nos dimos cuenta que nuestra destrucción era mediocre bueno y es que a estas épocas ya no se es un héroe por morir de sobredosis.
Sentado frente al Ché...
Hace 8 años.
3 comentarios:
jajaja. como siempre: ilusa. o ilooser deberia de decir. creo que en realidad nunca entendiste muy bien ni el concepto de destrucción ni el trazo de la demencia. tu problema siempre ha sido el miedo: no a lo nuevo ni a lo desconocido, sino el miedo a encararte. reirse de uno mismo no es un deporte ni una pose, sino la conciencia del peso exacto del propio fracaso y del fracaso de la vida en si. el absurdo no es una estética de vanguardias, sino una forma de desnudar esta inmensa mascarada a la que elegantemente llamamos existencia.
pd bienvenida de vuelta a los terrenos de la inexistencia
no entendí :(
Publicar un comentario