martes, enero 11, 2011

No somos nada

Gabriela estaba muy entusiasmada con su nueva vida, nueva después de que Stephen Hawkins diera a la especie humana cien años para ser exterminada. Serán las armas de destrucción masiva y la energía nuclear, los fundamentalismos, que según Gaby, también eran provincialismos. Estaba contenta cuando hizo la cuenta de su vida: a los 21 años aún podría ser stripper, o una atleta, o aprendería a disparar un arma, después de todo sus amigos insistían en que debíamos iniciar una resistencia, y la violencia estos días no se veía nada mal en la tele, o los periódicos, los libros. Tal vez sus hijos verían el fin del tiempo, así que será mejor no engendrar más. Cien años. Pudo haber dicho doscientos o mil, pero eso hubiera bastado para que las cosas siguieran como estaban y nos entregáramos a más días iguales. Iguales para una hija de mamá. En cambio ahora todo sería diferente, tenía la sensación de que no había más tiempo que perder, la especie desaparecería como todas las demás, como se supone que deben desaparecer todas las formas de vida. Ahora podría tomar el control de sus actos porque ya sólo quedan cien años.

Ojalá todos hubieran escuchado. Ojalá todos escucharan al paralítico en silla de ruedas. Ojalá las profecías fueran realidad.